lunes, 28 de julio de 2014

SANTA MARTA DE BETANIA (Patrona de la Hostelería)

Si hay una vida bonita esa es la de Santa Marta de Betania, el 29 de Julio es su festividad, por eso, como buena Santa reconocida por la Iglesia Católica y la Iglesia Ortodoxa quiero hablar de su vida, ya que muchos colegas de profesión no saben quien es, habiendo sido una mujer tan importante en la vida de Jesús, espero y deseo que a partir de hoy sepan y la conozcan un poco mejor. 

Santa Marta es conocida por ser patrona de los hosteleros, amas de casa, sirvientas, cocineros, lavanderas y, en general, del hogar y la hostelería.

Marta era Hermana de María y de Lázaro el que fue resucitado por Jesús tras llevar cuatro días muerto. Los tres vivían al principio en Galilea y luego en una aldea llamada Betania. Era una ruta de unos siete kilómetros que frecuentaba Jesús.

Santa Marta, Virgen.
Entre las mujeres santas que seguían a Jesús, y hacían descubierta profesión de ser discípulas suyas mientras estuvo en esta vida mortal, fue una de las más privilegiadas, siendo igualmente de las más distinguidas, no sólo por su calidad y por la posición de que gozaba entre los judíos, sino particularmente por haber abrazado el estado de virginidad que perseveró constante toda la vida.

En la de su hermana Santa María Magdalena se dijo que era ya de distinguido nacimiento, tanto por su nobleza, como por los grandes bienes que había heredado de sus padres, tocándola en las particiones las posesiones vecinas de Jerusalén, y entre ellas la casa o castillo de Betania. 

El Evangelio constantemente la nombra siempre la primera, y por eso se cree que era la hermana mayor de la familia; por lo menos era la que llevaba el principal peso de la administración y del gobierno. Era su carácter un genio dulce y amigo de hacer bien; un juicio maduro y ejemplar, con una circunspección y con una modestia que la hacían amar y respetar.

Universalmente estaba reputada por una doncella de gran mérito, y así en Jerusalén como en Betania se tenia general veneración a su virtud. Estando su alma tan bien dispuesta, sin dificultad reconoció a Jesucristo por el Mesías verdadero, y gustó de su doctrina. 

Apenas le oyó, cuando hizo profesión de ser una de sus más fieles discípulas. Con efecto lo fue; y la fervorosa ansia con que oía sus sermones, la docilidad con que seguía sus consejos, la fidelidad con que ponía en practica divina lecciones, y la piedad con que enteramente se dedicó al servicio del Salvador; todo contribuyó a elevarla en poco tiempo a una eminente santidad.

Oyendo los elogios que de cuando en cuando hacia el Señor de la virginidad, y viendo lo mucho que le agradaba esta admirable virtud, muy presto se determinó a no admitir jamás otro esposo que al Esposo de las Vírgenes; y como era tan constante en oír sus divinas instrucciones, practicó muy en breve lo más elevado  y lo más perfecto del  Evangelio. 

Pues se dedico a la soledad y al retiro, renunciadas las vanidades del mundo; y como su hermano Lázaro era ya uno de los discípulos del Salvador, y la conversión de su hermana Magdalena, en la que nuestra Santa no tubo poca parte, había sido de tanta edificación a todos, el castillo de Betania se convirtió, por decirlo así, como en un pequeño monasterio. 

En él se observaba en todo cierto orden, y todo respiraba devoción. El tiempo lo ocupaba en oración, en lección, en la labor y en obras de caridad, por lo cual la casa de Betania era el hospedaje o el hospicio del Salvador en sus viajes.

          Cristo en la casa de Marta y Maria.   
                                Johannes Vemeer.

Llego en una ocasión a Betania el hijo de Dios, volviendo de sus tareas evangélicas, tubo noticia de su venida Marta; y saliendo al camino, le suplico con instancias que se dignase no admitir otro hospedaje que el de su casa. Aceptó el convite el Salvador,como quien tenia tan conocida la virtud de aquellas dos fervorosas discípulas. No es fácil explicar el gozo de toda aquella afortunada familia. 

Marta, que gobernaba la casa, tomó a su cargo la disposición de todo, y por sus mismas manos quiso preparar y guisar la comida a su amado Maestro; el soberano Huésped no dejo de reconocer la grande caridad y el fervoroso amor de las dos hermanas, recompensando las liberalmente con su dulce  conversación, y con las abundantes gracias que derramó en el corazón de aquellas dos santas almas.

María Magdalena, arrebatada toda de gozo por ver en su casa a su divino Salvador, y hambrienta de sus instrucciones, cuya dulzura había gustado más de una vez, y cuyo provecho había experimentado, hallaba tanto gusto en oírle, que fue a sentarse a sus pies, por no perder ni una sola palabra. 
Marta solo podía percibir algunas, y esas con poca tranquilidad. 

Estaba tan afanada en regalar a su divino Maestro y a los de su comitiva, que andaba de un lado para otro dando sus ordenes, ya en ésto, ya en aquello, y mostraba un poco de inquietud y sentimiento de que su hermana la dejase sola y no la ayudase en nada.

Con la ansia de que nada faltase en la mesa ,y pareciendo la que ella sola no podía atender a todo, dio sus quejillas al Salvador: dijo le, pues, con respeto y con modestia, pero con un género de apuro que no dejaba de mostrar alguna inquietud: Señor,¿no repara is que mi hermana me deja trabajar sola, sin poner mano en nada? suplico os la mandéis que venga a ayudarme.
       Santa Marta y la Tarasca amansada.

La respuesta que el Señor la dio fue un misterio, y al mismo tiempo una lección de mucha enseñanza para la vida espiritual: Marta, Marta, muy cuidadosa andas y muy solicita. A la verdad alabo tu solicitud en servirme, pero condeno tu inquietud: todo lo que turba al al alma, la disipa; y toda disipación del corazón y del espíritu me desagrada: es menester servirme con fervor; pero en mi servicio nunca se ha de perder la paz del corazón. 

Tu te atormentas inútilmente, y quieres hacer demasiado; no es menester tanto para mi comida, basta un solo plato. Tu hermana María está mejor ocupada que tú: aunque no trabaja con las manos, no está ocioso su espíritu en medio de mostrarse tan tranquilo; está haciendo ahora lo mismo que ha de hacer por toda la eternidad; sirve la de regalo mi conversación, y en ella goza lo más delicioso que pueden gustar los hombres y los Ángeles: de ésta se ha de alimentar eternamente, y ninguno se la podrá quitar.

El Ródano a su paso por Tarascón, lugar donde santa marta amansó al dragón tarasca.
Al fondo la torre de la iglesia de Santa Marta.

Aprovechándose maravillosamente Santa Marta de una doctrina tan espiritual y tan perfecta; la cual sin disminuir su apresurado ardor en servir al Salvador del mundo, la animó con un espíritu interior, que hizo más pura y más meritoria su virtud de la hospitalidad. 

No se contentó con disponer la comida: quiso tener también la honra de servirle  a la mesa, y acabada ésta la tocó su vez, y tuvo el consuelo de gozar despacio de su divina conversación.

No fue ésta la única vez que Jesucristo honró con su presencia aquella dichosa casa. Siempre que transitaba por Betania se hospedaba en ella, y por eso dijo el Evangelista que esta santa familia era la querida del Salvador; por eso luego que enfermó Lázaro las dos hermanas le dieron parte de esa novedad.

Hallábase el Señor en Galilea cuando llegó el expreso con la noticia de que se moría aquel su amado discípulo; dilató dos días su partida muy a propósito, para tener ocasión de hacer con él el mayor de sus milagros. Cuando Cristo llegó ya había cuatro días que Lázaro estaba enterrado. 

Ya habían concurrido muchas personas del contorno a consolar a Marta y a María, y a darlas el pésame de la muerte de su hermano; pero su mayor consuelo le esperaban de otra parte, y sólo Jesús podía enjugar sus lagrimas.

Con efecto, luego que Marta tuvo noticia de que se acercaba, dejó prontamente a su hermana, y le salió al encuentro. Apenas le vio, cuando bañaba en llanto le dijo: Señor, si estuvierais aquí, no se hubiera muerto mi hermano; pero no desconfío de verle resucitado; por que sé que Dios no os puede negar cosa que le pidáis.- ¿Estás cierta, respondió Jesús, que tu hermano resucitara?-Sí, Señor, replico Marta, segura estoy de que resucitará en el día de la resurrección general con todos los demás que murieron desde el principio del mundo. 

Queriendo entonces el Señor fortificar más y más la fe y la confianza de Marta, la dijo, que estando tan segura de su amor, como lo estaba, debía esperar que antes de aquel día restituiría la vida a su hermano; que no ignoraba tenia poder para hacerlo; que obraba los milagros por su propia virtud, sin tener necesidad de pedir nada a nadie; y en fin, que los muertos conocían muy bien su voz, la respetaban, y la obedecían como a voz de su soberano Dueño, autor supremo de la vida.

 ¿Ignoras por ventura, añadió el Salvador, que yo soy la resurrección y la vida, y que los que creen en mí vivirán eternamente? ¿Marta, crees esto?-Sí, Señor, si, respondió la Santa, creo firmemente todo cuanto vos decís, porque estoy bien persuadida, muchos días ha, que vos sois el Mesías, único Hijo de Dios vivo que esperamos, y que en fin vinisteis al mundo,como estaba profetizado que había de venir el Mesías para salvar a los hombres.

Tuvo Marta fe, y se hizo el milagro. Fácil es imaginar cuánto sería el gozo de las dos santas hermanas cuando vieron resucitado a su hermano, y cuánto crecería su ternura y su inseparable adherencia a la persona del salvador. Desde entonces no le perdieron de vista, sobre todo durante el tiempo de su pasión. 

Fue Marta una de aquellas Santas mujeres que siguieron a Cristo hasta el Calvario, y después de muerto no se apartaron de su afligida Madre. Cada día se mostraba Marta más obsequiosa y más amante de esta Señora; y también tuvo la dicha de ser de las primeras personas que le vieron después de su resurrección, asistiendo a sus instrucciones, y recibiendo cada día nuevas gracias.

Vista del relicario con el cráneo de Santa Marta en Tarascon, Francia. Fotografia: Dominique pipet.

Después de que el Señor subió a los cielos no se aparto Santa Marta del lado de la Santísima Virgen hasta la venida del Espíritu Santo, cuyos dones recibió en el Cenáculo; y también tuvo parte en la persecución que se suscitó contra los discípulos de Cristo, siendo desterrada de la Judea. 

No pudiendo los judíos sufrir la presencia de Lázaro, porque era un milagro visible, y un testimonio animado de la divinidad de aquel a quien ellos habían dado muerte ignominiosa, y no atreviéndose a quitarle la vida por temor deque segunda vez fuese resucitado con mayor afrenta suya, tomaron el medio término de meter todo aquella santa familia en un buque sin mástiles, sin timón, sin velas y sin aparejos, y sin viandas esperando que murieran, pero, guiando- les Dios, llegaron al sur de la actual Francia; algunos dicen que desembarcaron en Saintes-Maries-de-la-Mer y otros en Marsella. 

Lo cierto es que llegaron a la Provenza y se dedicaron a predicar.
Cuenta la leyenda que en aquel tiempo había en el río Ródano, entre Arlés y Aviñón, un dragón muy fuerte que era mitad bestia mitad pez, que se escondía en el río matando personas y hundiendo embarcaciones . 

Lo engendró Leviatán, que es serpiente que se cría en el agua muy cruel, y otra bestia fiera que se cría en tierra de Galicia, que echa su estiércol contra los encantadores como dardo y quema lo que halla con su fuego. 

Este dragón del Ródano era llamado Tarasca. santa marta, que estaba por allí, le rogó el pueblo, por la santidad que le veían, que fuese a él. Lo halló en el monte comiéndose a un hombre y entonces le echó agua bendita y le mostró una cruz, y lo aprisionó la gracia de Dios, mano como una oveja. 

Cuando Santa Marta se dio cuenta de esto, se llegó a él y le echó una cinta ala cuello, y teniéndole preso los del pueblo lo mataron a lanzadas y pedradas. Las gentes del lugar, por el nombre del dragón, que era Tarasca o Tarascón, llamaron ese lugar con el mismo nombre.

Una vez, que estaba santa marta en Aviñón predicando al pueblo entre la ciudad y el Ródano, un muchacho que estaba en la otra orilla del río, deseando oírla, quiso cruzar lo pero no había ninguna barca y entonces lo intentó nadando, pero la fuerza de la corriente se lo llevó y se ahogó. Al cabo de dos días hallaron el cuerpo y los parientes se lo pusieron a los pies de la santa, con saña, diciéndole que lo resucitase. 

Y ella, echándose entierra en forma de cruz, rogó a Dios, Señor Jesucristo, resucitaste a mi hermano, que tú mucho amabas, hace ya tiempo, y fuiste mi huésped, que yo mucho amé. 

Señor, afirma la fe de estas gentes que aquí están esperándote, y resucita a este muchacho para que todos conozcan tu poder. Y tomándole por la mano se levantó vivo y sano, bautizándole ante el pueblo.

             Exterior de la iglesia de Santa marta       en Tarascón.

A Santa marta el señor le dijo el día de su muerte un año antes, y todo ese año estuvo enferma. Ocho días antes de que muriese oyó cantar a los ángeles, que llevaban el alma de su hermana la Magdalena para el cielo. 

Luego, Santa Marta, sabiendo que su muerte estaba cercana, amonestó a todos sus acompañantes para que velasen cerca de ella con las candelas encendidas. Y el día antes de su muerte, a medianoche, durmiendo los que la cuidaban, vino un gran viento y apago las velas. 

Ella, viendo la compañía de los diablos, empezó a rogar a dios. Y vino su hermana la Magdalena y encendió los cirios, y se apareció Jesucristo y le dijo: "Marta, mi amiga y mi huésped, vente para mi y estarás siempre donde yo estoy. Tú me recibiste en tu posada, y Yo te recibiré en el cielo, y oiré por tu amor a cuantos te rueguen para que les seas de ayuda".

            Interior de la iglesia de Santa marta     en Tarascón.

Legando ya el momento en que debía de morir, hizo que la sacaran fuera para poder ver el cielo y ordenó que la pusieran sobre la ceniza y que tuviesen la señal de la cruz ante ella. Y rogó a Dios diciendo: "Mi huésped muy amado, guarda esta tu pobre cilla, y así como Tú quisiste visitarme en mi posada, así me recibas en el cielo y me des posada en tu reino". 

Después mando que le leyesen la Pasión de Jesucristo según san Lucas, y mientras el clérigo leía ella dijo: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu", y salió el alma del cuerpo.


Detalle del sepulcro de Santa Marta en Tarascon, Francia.

La muerte de Santa Marta pudo ocurrir alrededor del año 84 y parece ser que se enterró en Tarascón. Continua la tradición contando que haciendo Dios después muchos milagros al sepulcro de Santa marta, Eldovio, Rey de Francia, se hizo cristiano. Teniendo mucho dolor en la espalda, fue al sepulcro de la Santa y sanó, con lo que hizo importantes donaciones a ese lugar de dinero y tierras.

Marcela, la que fue criada de Santa Marta, hizo escribir toda su vida. Después se fue a Eslovenia (región de Croacia), y predicando allí la fe de Jesucristo, al cabo de diez años de que santa marta muriera, murió ella. 

          Tumba de Santa Marta en la iglesia de     Santa Marta de Tarascón.

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